El suelo agrícola se expandirá en detrimento de la cubierta
forestal, especialmente en los países en desarrollo. Esta situación llevará a
un declive continuo de la biodiversidad, tanto local como mundial,
principalmente a causa de la pérdida de hábitat.
Los enfoques medioambientales
que inciden en la prevención tendrían más éxito a la hora de frenar esta
tendencia.
Se prevé que la biodiversidad
acuática y determinadas poblaciones de peces experimenten un declive a causa de
factores como el exceso de nutrientes, la sobrepesca, la invasión de especies
exóticas y la contaminación.
La pérdida de biodiversidad repercutirá en el
bienestar del hombre, tanto de forma directa como indirecta.
Los efectos
directos incluyen un mayor riesgo de padecer cambios medioambientales repentinos;
por ejemplo, la disminución drástica de las poblaciones de peces, inundaciones,
sequías, incendios forestales y enfermedades.
Los cambios también afectarán al
bienestar del hombre de forma indirecta; por ejemplo, en forma de conflictos
motivados por la escasez de alimentos y recursos hídricos.
Aunque todos los escenarios
prevén un aumento de la renta per cápita, esta situación puede ocultar una
mayor desigualdad, por ejemplo desde el punto de vista de la seguridad
alimentaria.
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